martes, 10 de enero de 2012

Gracias

Es curioso como la persona que más te quiere es la que más daño te hace... Una cosa es ser realista, otra muy distinta desmotivar.
Querida mamá:
Sé que no soy un encanto, sé que contesto y soy vaga, sé que podría ser mejor, sé que me presionas porque estás segura de que puedo dar mucho más de mí, aunque no te lo creas sé muchas cosas.
Pero tienes que entender que solo tengo 15 malditos años, estoy en el momento idóneo para equivocarme y rectificar, aprender a ser mejor persona y madurar. Pero también es el momento en el que me siento más impulsiva, más fuerte, rebelde e incontenible. Ya no me es tan fácil callarme y tragarme la rabia, ya puedes ver en mis ojos cómo me joden tus palabras, cómo si me buscas me encuentras fácilmente, cómo pienso por mí misma.
Puedo aguantarlo, todos lo hacen, los conflictos del día a día son lo más normal, de ellos aprendemos que la vida de aquí en adelante no va a ser fácil, que cada vez tendremos que aguantar más y más cosas que no nos gustan y aún así callar y sobrellevarlas.
Pero por muy fuerte que sea, por mucho que aguante, hay veces que no puedo más, sí, esas veces en las que con toda la ilusión del mundo te enseño algo que he hecho para buscar esa sonrisa que me ofrecías de pequeña y veo cómo me ignoras, cómo demuestras que verdaderamente no te importaba, esas veces en las que me quitas las ganas de todo y me comparas con otros como si yo fuera igual que ellos, como si no confiaras en mí lo suficiente como para saber que no voy a abandonar tan fácilmente aquello que me apasiona, esas palabras que tanto duelen, que me hacen sentir como una mierda, que le quitan sentido a lo que quiero hacer con mi vida.
Muchas veces ni siquiera es por mí, simplemente estás enfadada por otra cosa que no tiene nada que ver conmigo y lo pagas con quien te pilla más cerca, con quien por mucha razón que lleve no se la vas a dar: yo.
¿Pero sabes qué? No voy a dejar que tus palabras me hundan nunca más, no te permitiré que porque en ciertos momentos estés jodidamente amargada no soportes verme feliz, no voy a abandonar mi sueño porque tú creas que así lo haré, no te daré ese gusto.


Por eso mamá, te doy las gracias por desmotivarme, porque con tus palabras haces que cada día tenga más y más ganas de conseguir mi meta y demostrarte que soy capaz de conseguir ser quien quiera ser y no quien tú piensas que seré. GRACIAS.

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