martes, 11 de octubre de 2011

Animal

Este año, en lo que llevamos de curso, hemos dado una asignatura nueva: Ética. Mientras avanzábamos en el temario, fuimos aprendiendo las diferentes dimensiones del ser humano, y las comparábamos con los animales.
Una de ellas es la inteligencia, la capacidad de decidir, pensar y razonar, cosa que los animales no hacen, se guían por instinto, impulsos.
Pues bien señores, ¿saben qué les digo? Que a veces me gustaría ser más animal y tener que razonar menos, evadirme de las preocupaciones, de pensar en qué está bien y qué está mal y hacerme responsable de ello. Me hace gracia cuando pienso, ¿cómo los seres que se caracterizan por su inteligencia son los que más daño se hacen a sí mismos? Verdaderamente, tanta inteligencia a veces no sirve de nada, ya que algunos solo la usan para hacer daño y beneficiarse a sí mismos, destruyendo la belleza de lo que tenemos, gracias a esas personas en momentos determinados me averguenzo de ser humana y desearía poder ser como un animal, porque nosotros también tenemos nuestros instintos, y aunque los controlemos ahí están, para amar, querer, llorar, añorar..., son cosas que no necesito razonar para sentirlas, me salen así porque sí, impulsivamente, como a un animal. Porque ellos no piensan en "voy a atacarle porque me apetece hacerle daño", no, lo hacen por necesidad, por miedo o inseguridad, o tal vez no sepan el por qué, pero saben que quieren a ciertos seres, como un perro al que crías desde pequeño y le das tu cariño, no pensará, no será inteligente, pero ese animal sabe que quiere a esa persona que se preocupa por él, que le cuida y que le mima, y lo echa en falta cuando no está, y le perdona sus actos aunque a veces sean crueles.
Porque sí, lo admito, yo también he pensado con maldad más de una vez, por eso digo estas palabras de corazón: me gustaría pensar menos y ser más animal.

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